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FringeReview Worldwide 2024

Villa

Guillermo Calderón

Genre: Drama, Historical, Theatre

Venue: Sala Beckett

Festival:


Low Down

Guillermo Calderón escribe y dirige Villa, una producción de Fundación Festival Internacional Teatro a Mil, como parte del Festival Grec 2024 en Barcelona.

Review

Villa, written and directed by Guillermo Calderón, is a devastating play that deals with the darkest themes of the Chilean dictatorship. Three women are chosen for a special commission that must decide what to do with the area where Villa Grimaldi, the main torture and extermination centre of the Pinochet dictatorship, was located. Should they rebuild the house demolished by the military? Or should they build a museum in its place? The three women must debate both options, and some third and fourth ones that appear in the discussion too, demonstrating the almost near impossibility of the task at hand. What is better for collective healing and not repeating history, the reality of the original construction, the symbolism of the museum, or maybe just oblivion? The playwriting was exceptional, Villa has both a realistic and performative format. Sometimes we can see the three characters’ personalities and other times they are vessels for the many voices of the victims of the dictatorship. The actresses, Francisca Lewin, Macarena Zamudio and Carla Romero, were spectacular. Watching them perform I found myself changing my mind several times regarding what was the best option, all their ideas seemed good but also insufficient. Villa shows an open wound and highlights the importance of the different ways women try to close it. The last phrase stayed with me: “Some women never recover, some make museums, and others become presidents”. Oblivion might be tempting for the characters in Villa, but ultimately, those who do not learn their history are doomed to repeat it. 

 

Villa, escrita y dirigida por Guillermo Calderón, es una obra arrasadora que trata los temas más oscuros de la dictadura chilena. Tres mujeres son escogidas para una comisión especial que debe decidir qué hacer con el área donde se encontraba Villa Grimaldi, el principal centro de tortura y exterminio de la dictadura de Pinochet, que fue destruido al terminar este periodo. ¿Se debería reconstruir la casa demolida tal y como estaba? o ¿hacer un museo en su lugar? Las tres mujeres debaten las dos opciones y algunas terceras y cuartas que también aparecen como parte de la discusión, demostrando la casi imposibilidad de la tarea dada. ¿Qué es mejor para sanar colectivamente y no repetir la historia?, ¿la realidad de la construcción original?, ¿el simbolismo del museo?, o tal vez ¿simplemente el olvido?

La dramaturgia es excepcional, la obra tiene un formato que varía entre lo real y lo performativo. A veces podemos esbozar las personalidades de los personajes y otras veces son vasijas para las tantas voces víctimas de la dictadura. Los argumentos de las opciones defendidas son interpretadas con dramatismo más que con realidad, como si distintos personajes varios tomaran control de los tres personajes iniciales, todas llamadas Alejandra. El texto también demuestra fuertemente que no solo es importante qué se decide si no quién lo decide, el miedo a la libre opinión y persecución por esta es palpable, remontando a las persecuciones de opinión de la dictadura. Estos tres personajes se van esbozando poco a poco, a veces por reacciones concluyentes a ciertas situaciones, y otras veces por frases explícitas. 

Villa trata con lo más oscuro de la humanidad: la tortura, la violación y el exterminio. Lo que los sobrevivientes y víctimas pasaron parece innombrable pero Calderón logra tratarlo con respeto y sin miedo de decir lo que se tiene que decir. Como peruana, la dictadura de Pinochet no es extraña para mí, pero la obra logró sorprenderme con lo que no sabía y con lo que sí, además de despertar en mi ganas de investigar más, preguntándome ¿cómo es posible que un ser humano lleve a cabo dichos horrores en masa?

Las actrices, Francisca Lewin, Macarena Zamudio y Carla Romero, fueron espectaculares, tanto cuando toman la forma de distintos personajes al argumentar cada opción, como cuando desarrollan más sus propios personajes. Las Alejandras son poderosas, convincentes y conmovedoras. Al ver la obra me encontraba cambiando de opinión múltiples veces sobre qué hacer con la Villa, todas las ideas parecían buenas pero a la vez insuficientes. La dramaturgia es la base de la ambivalencia de la obra pero la convicción de la interpretación fue el vehículo que hizo que esta idea realmente cale en el público. 

La escenografía y el atrezzo son austeros y precisos. Una mesa central con una maqueta de la Villa, tres sillas, y un carrito de bar con una jarra de agua y muchos vasos de vidrio. La mesa y la maqueta son el vórtice alrededor de donde gira toda la obra. Las sillas pueden servir para sentarse o volverse armas repentinamente. Un cenicero de concha sobre la mesa también tiene potencial de arma. La gran cantidad de vasos me remitió a todas las otras reuniones anteriores, previas a las Alejandras, que no pudieron decidir qué hacer con la Villa, simbolizando el tiempo fútil que pasaron discutiendo y la cantidad de gente involucrada. Los vasos también son personas, algunos en la Villa (en la mesa alrededor de la maqueta) y otros fuera (carrito de bar).

Villa visibiliza una herida abierta y pone en valor las distintas formas de las mujeres de tratar de cerrarla. La frase final se quedó conmigo: “Algunas mujeres nunca se recuperan, otras se organizan y hacen museos, y otras se vuelven presidentas de la república.” Villa no da las respuestas, solo expresa que hay muchas y deja preguntas esenciales: ¿Cómo sanar cuando lo peor te ha pasado? ¿Hay alguna forma ideal de sanar colectivamente? ¿Cómo se validan todas las formas de lidiar con la dictadura? Lo que yo más valoré fue visibilizar la historia de Chile internacionalmente, puede que tal vez no haya una sola forma perfecta de sanar pero Chile lo intenta de distintas maneras, además no olvida y nos remite a actuar sobre las dictaduras y horrores de nuestros propios países, por más pasadas que sean. El olvido, el borrón y cuenta nueva, puede ser tentador para los personajes de Villa pero finalmente el que no conoce su historia está condenado a repetirla. 

 

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